Elegir la profesión para la que deseamos formarnos y que después desarrollaremos es una de las decisiones más importantes que habremos de tomar en nuestra vida, ya que implicará seleccionar el tipo de trabajo que vamos a desempeñar durante el largo período de tiempo que habrá de transcurrir hasta alcanzar la edad de jubilación.
Por ello, el llevar a cabo adecuadamente esta elección implica una reflexión cuidadosa sobre todos los aspectos implicados, de modo que la decisión que finalmente tomemos sea lo más acertada posible y esté basada en un conocimiento profundo de nuestra realidad personal y laboral, así como del mercado laboral y las posibilidades que éste nos ofrece.

Así, los elementos que habremos de analizar son numerosos y todos ellos cuentan con una importante influencia a la hora de elegir nuestra profesión. Por una parte, saber cómo somos, cuáles son nuestras capacidades, limitaciones y valores constituirá un análisis obligado que nos permitirá conocer mucho mejor tanto nuestras expectativas como nuestras posibilidades.

Por otra, profundizar en nuestro conocimiento sobre las actuaciones y condiciones de trabajo que el ejercicio de una determinada profesión nos impondrá serán elementos fundamentales para no errar en nuestra elección, permitiéndonos decidir si es ésa la actividad que deseamos desempeñar cada día a lo largo de toda nuestra vida laboral. Además, habremos de valorar si las condiciones que esa profesión nos va a imponer son compatibles con las que deseamos poseer en un ámbito personal.

También deberemos obtener tanta información como nos sea posible sobre las diferentes opciones formativas que nos pueden proporcionar la titulación necesaria para ejercer esa profesión y analizar el funcionamiento del mercado laboral (cuáles son sus elementos y cuáles son las profesiones que presentan mejores perspectivas de futuro) para poder comparar nuestros intereses y aspiraciones con la realidad que éste nos proporciona. Finalmente, deberemos evaluar toda la información obtenida a través de la exploración del área personal y del entorno con el fin de poder tomar una decisión sobre nuestro futuro laboral basada en el conocimiento objetivo de todos los aspectos que intervienen en la elección de la profesión.

CONOCIMIENTO PERSONAL

El primer paso a la hora de elegir profesión es realizar un ejercicio de autoconocimiento que implicará una reflexión sobre nosotros mismos, de manera que sabiendo cómo somos podremos concluir qué actividad profesional será más adecuada en función de nuestras cualidades e intereses.

Se trata, por tanto, de analizar nuestras aptitudes desde un punto de vista lo más objetivo posible, valorando cuáles son aquellas áreas en las que destacamos; y también nuestras limitaciones, teniendo en cuenta aquellos aspectos de nuestra personalidad que pueden no ser los más idóneos para determinado desempeño profesional, todo ello con el fin de que, una vez formados en la profesión elegida podamos ser competitivos en el desempeño de la misma. En definitiva, podemos decir que en este punto tendremos que dar respuesta a preguntas relativas a nuestra forma de ser y a lo que podemos y deseamos hacer. Así, habremos de indagar en nosotros mismos para saber más sobre nuestro carácter y rasgos de personalidad, aptitudes y capacidades, valores, formación con la que contamos, situación personal y expectativas e intereses.

Áreas a explorar: Personalidad. Capacidades y aptitudes. Valores personales.

CONOCIMIENTO DEL ENTORNO

Tras haber realizado el análisis referido a aspectos personales, deberemos intentar conocer nuestro entorno en lo relativo a nuestras posibilidades formativas y las ofertas y exigencias del mercado laboral. Conocer la profesión

Formación necesaria:

Uno de los principales aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir nuestra profesión es la formación que ésta requiere.
En relación a este punto, debemos reflexionar sobre el tipo de estudios y titulación necesarios para ejercerla, el tiempo que requerirá llevarlos a cabo, las principales materias que habremos de asimilar, las aptitudes necesarias, la formación complementaria deseable, el esfuerzo y dedicación que habremos de emplear, el coste económico que supondrá (deberemos valorar también las posibilidades que tenemos de obtener una beca).
Hoy en día, la formación realizada no condiciona una única salida laboral; de hecho, se puede llegar a ejercer una misma profesión habiendo cursado previamente diferentes estudios, lo que permite ampliar el abanico de posibilidades.
Por ejemplo, un Técnico en Prevención de Riesgos Laborales puede ser tanto un Licenciado en Ingeniería Industrial, como un Licenciado en Psicología o en Química, entre otras titulaciones.

Las diferentes opciones formativas con que previsiblemente contaremos son:
1. Formación Profesional Reglada. Nos ofrece la posibilidad de realizar Ciclos Formativos de Grado Medio y Ciclos Formativos de Grado Superior.

2. Estudios Universitarios. A través de este tipo de formación se obtienen las titulaciones de Diplomado, Licenciado, Ingeniero y Arquitecto.

4. Formación Profesional Continua. Es aquélla realizada por los trabajadores para mejorar su nivel de cualificación. b. Perfil de la profesión:

Para tener un mayor conocimiento de la profesión es interesante que indaguemos sobre el perfil de ésta; para ello, deberemos obtener información referida a, al menos, los siguientes aspectos : En qué consiste el trabajo propiamente dicho; es decir, cuáles son las tareas o actividades a desempeñar. Por ejemplo, entrada y salida de materiales, facturas, reposición de artículos, atención al público, etc.

Qué habilidades son necesarias para el desarrollo de ese trabajo. Por ejemplo, capacidad de concentración, destreza manual, facilidad para tratar con los clientes, etc. Que herramientas es necesario saber manejar. Por ejemplo, fotocopiadora, programas informáticos, caja registradora, etc.

Lugar donde se realiza el trabajo. Por ejemplo, en una oficina, en un gran almacén, al aire libre, etc.

Cuáles son las condiciones del trabajo. Por ejemplo, si es a jornada partida, si implica esfuerzo físico, exposición al calor, posturas forzadas, etc.

Qué formación es necesaria para complementar los estudios oficiales. Por ejemplo, conocimientos de informática, idiomas, carné de manipulador de alimentos, etc. Cómo se accede a la profesión. Por ejemplo, si hay que superar una oposición o un proceso de selección de personal, etc.
Sueldo aproximado que podemos esperar del ejercicio de esta profesión. Perspectivas de futuro en la profesión. Por ejemplo, posibilidades de promoción, temporalidad, estabilidad laboral, etc.

El mercado laboral.

Profesiones con mejores perspectivas.

Otro de los aspectos a tener en cuenta en nuestra labor de conocimiento del entorno es saber cómo funciona el mercado de trabajo, conocer los elementos que influyen en la relación entre la oferta y la demanda de empleo y qué profesiones presentan mejores perspectivas de futuro (Ver "La oferta de empleo" y "Los nuevos yacimientos de empleo").

Informarnos sobre el funcionamiento del mercado laboral nos permitirá tener conocimiento de aquellas profesiones que acaparan un mayor número de ofertas en la actualidad. Esto puede ayudarnos a decidirnos por una opción con buenas perspectivas de empleo, pero sin olvidar que hemos de valorar, ante todo, si poseemos o no aptitudes para el desempeño de la misma. Además, debemos tener en cuenta también que las profesiones que actualmente presentan menor índice de desempleo pueden resultar a corto plazo masificadas, por lo que al finalizar los estudios correspondientes quizás la demanda de profesionales en ese ámbito no siga la misma tendencia ascendente y el mercado presente cierto índice de saturación con respecto a esos profesionales.

También puede ocurrirnos que esos estudios nos decepcionen en cuanto a las expectativas creadas a su alrededor, por lo cual es muy importante haber analizado el perfil de la profesión.
En general, podemos decir que lo más conveniente es optar siempre por elegir nuestra verdadera vocación aunque las perspectivas de empleo que ofrezca la profesión que deseamos desempeñar no sean las mejores. Si éste es el caso, deberemos intentar ser lo más competitivos posibles logrando una alta especialización.

¿Cuál sería mi trabajo ideal?.¿En qué me gustaría trabajar?.¿Cuál es mi verdadera vocación?.¿Prefiero realizar un trabajo que me guste o elegir un empleo que no esté acorde con mis gustos pero con el que pueda lograr una buena posición económica?.
LA TOMA DE DECISIONES

Tras haber realizado un adecuado análisis de los anteriores aspectos, procederemos a hacer balance de toda la información obtenida para tomar una decisión. En otras palabras, deberemos intentar poner en relación nuestros gustos y capacidades con el tipo de actividad a desarrollar, los conocimientos y habilidades necesarios para llevarla a cabo, las posibilidades que ofrece el mercado laboral, etc. Si aún así encontramos dificultades para elegir siempre podremos acudir a los profesores, tutores y orientadores especializados que nos ayudarán en esta toma de decisiones.

ALGUNOS CONSEJOS:

1. Tomar la decisión nosotros mismos.

La elección de nuestra profesión nos va determinar en gran medida nuestro futuro profesional y personal. Por ello, es importante que reflexionemos sobre todos los aspectos implicados en el logro de la formación y el ejercicio profesional con personas cercanas a nosotros pues éstas, probablemente, cuentan con conocimiento sobre nuestro carácter e intereses y pueden aportarnos puntos de vista de gran interés. No obstante, debemos ser nosotros mismos quienes tomemos la decisión final, ya que sólo nosotros seremos quienes tendremos que estudiar o trabajar en ese campo. Si necesitamos un asesoramiento más especializado podemos acudir a un servicio de orientación donde nos ayudarán en esta labor.

2. Basar nuestra decisión en aspectos sólidos.
En general, podemos decir que cualquier información que recabemos es positiva, independientemente del medio por el que la hayamos logrado, pues gracias a ella puede que se despierte nuestro interés por un ámbito profesional que no habíamos considerado hasta el momento. No obstante, nuestra decisión final sobre no puede basarse en una simple moda o curiosidad. Muy al contrario, es fundamental que pensemos en el trabajo real que tendríamos que desarrollar todos los días y que, muy probablemente, no siempre iría acompañado de extraordinarias emociones y gran reconocimiento social. En otras palabras, es importante que nos informemos bien y por diferentes fuentes de en qué consiste la profesión.

3. Proponernos metas alcanzables.
Formarnos para una profesión requiere una gran dedicación en todos los casos; sin embargo, siempre habrá opciones que, por mucho esfuerzo que empleemos, pueden no encontrarse a nuestro alcance por nuestras propias limitaciones físicas, económicas o intelectuales. Por tanto, deberemos intentar tomar nuestra decisión atendiendo a criterios realistas y objetivos, y proponernos metas que, desde un punto de vista lo más objetivo posible, nos resulten alcanzables.Si una vez realizados todos estos pasos, tomada nuestra decisión e iniciada nuestra carrera profesional consideramos que erramos en nuestra elección, siempre podremos reorientar nuestra actividad. En la mayoría de los casos, la formación y experiencia ya adquiridas nos serán de gran utilidad, pues hay aspectos comunes a diferentes profesiones, tales como los conocimientos informáticos, las habilidades comunicativas o la formación en idiomas que podremos rentabilizar en un futuro en el marco de otra profesión.

Por: Servicio Andaluz de Empleo

Fuente: Arandurape.edu.py